LA INCOGNITA
La x del descubrimiento nace
en la tumba caliente que por ti elige
origen y cuna para tus males
alguna teta desapacible
y un par de buenos trajes
para que nadie diga
o reduzca al absurdo
tu llegada al ruido
al punto de luz sin contraste
reserva prestada que no es tuya
y de nada vale
resolver hacia atrás para dejar el baile…
LA SOLEDAD
Un columpio vacío lleno de sangre
y el suelo pintado de rojos lunares
la rueda sin gozne pierde al molino
y en los ojos el hielo acuchilla el tiempo
partiendo en dos las realidades
abajo el sempiterno bullicio multiplicando
angustias por sinsentidos
el horóscopo diario y los amantes consentidos
jugando al mus con tus libros
y algún momento proscrito
pinta en tu espada el símbolo del infinito…
Arriba la luz del silencio bendito
la soledad eterna que te enamora
porque a solas te seduce como nadie
manteca de karité le pone a tus hombros
y lame mimosa los callos de tus pies
para que no quieras ir a otra parte
donde ella ya no será lo importante
y en el ring que por orden te toca
triunfará el ruido homogeneizante…
LA FRACCIÓN
Pasar a la izquierda la belleza
que divide risas y pasteles con guindas
resulta de multiplicar ausencias
tachando la última presencia
que quiso resucitarte sin saber
que no fue la muerte sino el exceso de vida
el amor que no fue nunca indiferente
y aquel primer beso en el portal
que llegó a todos lados excepto a la frente
para que jamás el amor entendieras
porque alguien dijo alguna vez
que quien mucho entiende poco siente…
Del lado derecho siguen todos sumando
los días amables, los regalos de las manos
esos que por ti darían la vida, dicen
las cortinas ausentes con ironía,
las musas felices, los hijos de Sodoma
el último té revitalizante, el laurel que reverdece
y la magia de ser retorcidamente coherente
por principio o por insana tozudez
la hora onírica sin engaño
el baile, el sudor, la risa
y aquellas canicas que de vez en cuando
aún aparecen bajo el sofá escondidas…
AD INFINITUM
La incógnita no se resuelve en una vida
como no sabe el estanque el nombre de los peces
ni caben las estrellas en el toldo de la casa
no cuenta la tierra sus raíces ni sabe el área
de aquella parábola que dibuja en el aire
la mirada serena que cae desde el mañana
hasta este preciso instante que a cero todo lo iguala
sin acritudes, sin pesadillas, sin maldades
solo ese laico estiramiento milimetrado
solo el susurro del corte calculado
que te dice, corre, corre, corre
corre… pero sin prisa…
Carmen Soriano López
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