Ven cariño…
acerca a mis ojos tu
ombligo
para que sea cuenco que reciba ahora
estas lágrimas que me desbordan…
Se cansa el alma, tú lo sabes
de andar mediando y saldando
deudas demasiado antiguas
por no darlas por
perdidas…
Se gasta entonces la goma de tanto rodar absurdo
por caminos empedrados que no tienen destino
y hasta la misma suerte adolece entonces
del impulso que me hizo siempre tan guerrera.
Se cansó el mismo cansancio
se impacientó la paciencia…
se agotó la esperanza misma
y se hizo verbo la idea…
Recibe en tu ombligo esta angustia derramada
endúlzala con tu piel y que sobre ti se temple
para que pueda después hacerme de ella
porque, aún, no se
quiere rendir mi alma…
Volverán mañana los sueños
con las ganas renovadas
pero ahora sólo puedo ser esto…
una niña en tu ombligo acunada…
CARMEN SORIANO
Todos los derechos reservados
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