martes, 28 de febrero de 2012

De tu molde mi brazo



HOMBRE DE BARRO 

Una semilla en tu útero
Sembramos, el brío y el afín
Una pella tras otra
Un remiendo, una nueva articulación
Una espátula, un estrangulamiento
Un añadido, un arranque, tus ojos, mis manos
Un tiempo, un desdén, un rechazo de horas perdidas
Un hombre de barro, resultas con boca apocada
Un sueño, te digo con miel en tus labios
Ya ciega, no ves el barro, no ves al hombre, simplemente ves
Un ser nuevo, una creación…

SANTIAGO PABLO ROMERO


No sé dónde estás, ni siquiera si todo esto es una broma, porque te quieres escapar de pagar esa cerveza junto al mar y los espetos que me debes. No sé dóndes estás fuera de mi alma modelada por tus letras, no sé dónde estás ni siquiera sé si querría saberlo.

Quisiera hacerte un poema, nunca una elegía, no estás muerto, no te dejo, no puedes como no puede morir el viento, ni el rojo que tiñe la utopía cuando un hombre  como tú levanta su puño izquierdo.

Los poetas no mueren, yo no te dejo, no puedes hacerlo mientras quede una sola de tus líneas  amancebando los recuerdos, enervando la integridad hasta convertirnos en humanos verdaderos, tu sueño, aún tienes que seguir con ello, yo sólo podría ser una onda irreverente haciéndote eco, porque nunca he sido inmensa más allá del honor de tus ojos, y no lograría nunca provocar la convulsión precisa que hace de tu poesía, armas contra todo mal hijo de la hipocresía, contra el gregario abandono de la conciencia progresista,  contra el olvido de aquellas palabras de los mensajeros de lo cierto.

Sólo tú puedes mantener viva esa pelirroja que conoce de mi alma los rincones más perversos y hace con ellos espuma y poemas perfectos. Tú no puedes morir, yo no te dejo, los bluesman no mueren, acaso se transforman en viento… quizá por eso no te encuentro, estás atrapado en el vientre de un saxo, o tal vez sólo recreándote en el cuerpo de tu amor eterno allí donde estéis los dos, que sólo en apariencia es lejos.

Tú no puedes morir, yo no te dejo, aún quedan por rescatar mil palabras del olvido, y sólo tú puedes hacerlo, yo las busco en el diccionario pero no las encuentro, están todas guardadas en tu cajón de poeta soldado, esperando que las pongas en tu pluma y las dispares, te sigo guardando mi corazón como diana y mi borreguismo sigue siendo tu enemigo, ven a abatirlo, te está retando…

Donde quiera que estés no me sueltes de la mano, me gusta ir de excursión contigo, al bosque encantando de los inicios donde la encontraste, a la montaña de los logros perpetuados en cada corazón amigo, a ver el mar que se postra ante ti sumiso y agradecido, a la plaza a remover las conciencias adormecidas o al futuro, el de Cohen o el de Aute, pero contigo... No me sueltes, mi brazo es largo, tú lo has entrenado para que pueda tocar el infinito.

(Donde quiera que estés espérame, algún día me encontraré contigo, guarda los besotes y los guiños, la serena confianza y tu aliento siempre amigo, guárdalos porque los necesito…)

Carmen Soriano López
(a mi amigo y poeta, Santiago Pablo Romero, donde quiera que esté)

2 comentarios:

  1. No me sueltes, mi brazo es largo, tú lo has entrenado para que pueda tocar el infinito.

    Magistral, cuando se toca la fibra de tu corazón tu pluma fluye vertiginosamente.
    Homenaje merecido y sincero, a un amigo de mil letras.
    Dios lo tenga en su santo reino..

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  2. Hablo del no saber, del no tener, de pasar las yemas adiestradas por el rostro sin rostro de un amigo, a través de sus letras, teniéndole de llavero, de compadre, de tenor de tus tonos solitarios, del poema que surgió amancebado para que él de su abrazo tan virtual lo volviera genial...Hablamos de una presencia rutilante, en tu poema un sol que cual danzante astro de rayos vivos, germinados, nos dio vida, calor, un mil abrazos...Apenas ayer, no sé de lo que hablo, ¿qué? ¿ya pasó la vida debiéndonos tanto?...Bello poema, que alguien me cuente que le pasó a Santiago...

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