lunes, 12 de diciembre de 2011

Noche, rueca y laberinto… o la química bendición de la hora maldita



Una vez más envilecerse, agriando el sentido más íntimo de cuanto puede el sueño ofrecerte. Arañando el sabor de la apatía que fermenta en la garganta y te embriaga la mente; imágenes, recuerdos, grafías de lo anodino, una pelota botando sola en un patio sin niños. El vacío reclama un sitio junto a tu hígado, o bajo la piel de tu espalda y la única armadura que posees es esa tautología de la vulva que a veces te salva y otras te envilece más todavía. Entonces la noche te mira y se ríe, con todo el descaro que dejan tus estupideces a un lado y otro del destino, porque ella lo sabe todo, ha fotografiado cada insomnio y te lo muestra cada vez que quieres cerrar los ojos. El compás lo marca el frío, mientras sangran tus dedos que hilan toda una vida, un millón de heridas, en la rueca más antigua del mundo, a veces con tanto brío que salta el huso y se clava en algún ojo de otro, o en uno tuyo; otras tan despacio que hasta el tiempo se aburre y te deja solo, se marcha, se sale de tu órbita cuadrada y te insulta con su abandono.
                
            La noche tiene una crueldad implacable y un infinito vasallaje a disposición de solo matarte por un instante, uno o dos minutos de muerte, la suficiente para ganarte y devolverte a la ruina, a tu vida enmadejada en la calle de las mil esquinas, al espectáculo del saltimbanqui tullido y a esa rueca que te mira a los pies de la cama, como sabiendo, como diciendo, una vez más tendrás que hilar el alma para seguir malviviendo. Entonces aparecen los calambres, y las sábanas se vuelven ese océano ansioso por tragarte, mientras tú no puedes mover más que la lengua, acaso las pestañas, un brazo, una mano… y alcanzar ese frasco que tiene la magia necesaria para abrir la última puerta. Cruzarla o aceptar el naufragio, huirle a la muerte o jugar con ella.
               
           El laberinto está deshabitado porque el Minotauro huyó cuando supo tus delirios, acojonado, empequeñecido y el único gorrión se partió el cuello en el quicio de la puerta cuando la última vez, la cerraste con demasiada prisa a la hora de salir a comprobar, de nuevo, que no había para ti nada fuera. Sus pasajes son retorcidos pero ya los conoces como el patio de tu antigua escuela, muros de cemento y bajorrelieves de rostros conocidos, de hombres buenos o indecentes quimeras, de mujeres de belleza extraordinaria, un parque en Siena que nunca viste y tus otros nombres, colocados sin orden entre grafitis de glandes fofos e hileras de dientes. No hay paz allí pero hay silencio, un sagrado y negro silencio capaz de mantener a la noche fuera y a la muerte, calladamente cerca; nada de fibra pendiente de hilar y si acaso hay sangre, está seca, no molesta. El laberinto también tiene sus peligros, allí no hay agua y a veces, se corren los muros de sitio, alguna vez podría atraparte y convertirte en la cicatriz del sueño de algún mendigo, ese es el riesgo por no querer ahogarte, ni ser la desvelada esclava de Rumpelstilzchen que hila su dorada suerte durante la noche, en esa hora maldita.

Carmen Soriano López
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3 comentarios:

  1. Es sin ninguna duda la noche el peor de los momentos del día... o él mejor... según la vida que nos rodea, según los sueños que nos atrapan, según las ilusiones que se escapan... Es durante lo noche cuando todo magnifica su significado, sobre todo la soledad, que se convierte en un gran agujero hondo, sin fondo, vacio, negro y tan pero tan frio... Pero llegaran esas noches en las que no queramos que llegue el alba, porque los sueños nos envolveran en sus brazos y todo será soleado por mucho que brille la luna en el cielo.

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  2. Siempre hay un momento en que nos danza por la mente esa última posibilidad... la de abrir esa última puerta. Pero si la noche es cruel, Carmen divina, siempre es bueno recordar que nunca está más obscuro que antes de amanecer. Los sueños de los poetas no están destinados a la noche: SON la noche, pero su destino es llegar a la luz. Te amo, pese a los miles de kilómetros, tu noche es la mía y nos la vamos alternando. Sólo te deja para venir conmigo y viceversa, así que la conozco bien y la entiendo mejor.

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  3. Esa angustia es el fruto de ese vacío existencial por el que estas pasado en estos momento,uno se pregunta ¡como daré sentido a mi vida,cuando acabara la agonía,solo tu puedes acabar con ella; la noches son las peores,pero piensa que al llegar la madrugada la negrura se va y empieza un rosario de nuevas sensaciones,cada día es como una nueva vida,un destino por vivir.Carmen eres de esas personas que dejan huella,piensa que después de cada noche has vencido una batalla y entre escaramuza y escaramuza llegara la esperada Victoria,esa que estas ganando día a día aunque tu no lo notes.Gracias por estos escrito que me hacen crecer día a día,porque como sabes cada uno tiene su batalla diaria y también estamos aterrados,pero listos para vencerla,te beso en la frente y te acaricio el cabello como a una hija mas.

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