Desde el origen que me hizo
hasta este preclaro momento
fue la piel mi dueña sin remedio
órgano amorfo que me lleva, me domina…
A sus deseos sometida
viví siempre entre grietas escindida
por falta de valor o por puro vicio
de ser siempre de su calor consentida,
alivio de cualquier pena que conseguía
haciendo de mis manos o de otras pieles
remedio a todo el mal cometido…
Así fue siempre hasta ese día
que tropezó mi piel con el yeso de tu vientre…
ahora es ella la sometida
ardores extraños sudados en la lejanía
gotas de agua de vida sin grial ni excusa
que sumisa la mantienen al tiempo que dividida,
ahora es ella quien busca socorro en mis neuronas
porque así tu piel la esclaviza
y yo que estuve siempre en el otro lado
no puedo darle consuelo ni salvarla
si no soy más de lo que me hizo
y de esta libertad que tu piel tan tibia
esclavizando a la mía me procura
no sé hacerme, no me hago…
si fue siempre su orden y mando
el que a mí me dirigía
qué le digo
qué le dice un esclavo a su amo
cuando así ante él se arrodilla
y suplica invertir las tornas
para salvar su propia vida…
dónde a liberarla la llevo
si no quiere mi corazón estar en otro lado
que allí mismo donde esté el tuyo
pues así me libro de su mandato
ya sea a puro flagelar latidos…
a morir de risa de felicidad henchida
o rehaciendo la esperanza a puro llanto.
Tal vez sea como la cobra, mudando,
como resuelva este conflicto
que en mitad de la nada me tiene
entre esta libertad que no comprendo
y la esclavitud en la que a mi piel mantienes
correas, cordeles por los que atada permanece
mientras se pasea mi alma nueva
como un niño perdido que no se comprende
sabiendo solamente que a sus manos le falta
la sabia mano del padre que lo lleve
y que el camino de vuelta que conoce
ya no le lleva a su casa
porque ya no son de piel las paredes
hay algo más grande que ahora
le obliga a seguir, libremente, de frente…
CARMEN SORIANO
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No hay esclavitud más perversa por dulce y adictiva, que la que una misma asume. La que sabiendo niega, la que negando sabe y no rechaza porque en ese arrodillarse plegándose al deseo, se encadena al placer de ser esclava y ama.
ResponderEliminarAun tratando de engañarse diciéndose que "el otro" la domina, cuando siempre domina el esclavo. Brillante como todo lo que he tenido el placer de leerte. Gracias
Gracias Mabel que bien respiraste la esencia de tal dialectica, así es y asumirlo es la tarea, pero es cierto que a veces reconduce la mano ajena, o al menos si amorosa se nos tiende, algo más de nosotros mismo nos enseña, mil gracias por llegar hasta aquí robando de tu tiempo, besos.
ResponderEliminarNo robo mi tiempo, lo mato a golpes de belleza,como tus bellos textos, es la única manera de enterrarlo dignamente.Gracias Carmen
ResponderEliminarHeme aquí
ResponderEliminarNo siendo esclavo
Pues nadie puso grilletes
Heme aquí siendo sumiso
Porque mis sudores
Plegarse a tu piel
Quieren
Heme aquí donde ni siquiera asumo
La sequedad de mi retiro
Unos rescoldos suficientes donde tenerte
Aún sean a prestancia de la arrogancia de los otros.
Renovando mi mente sigo, con estor pergaminos
Tuyos de profundos pecios salvados, y nosotros mostrados…
Bsts Carmen, Mil
Tan dueña de ti eres, que te esclavizas por voluntad propia. Y es esa adición o esclavitud la propia libertad de sentirnos sólo asi vivos y respirando por cada poro de la piel atada y perseguida por los deseos en esa sumisión que todo cabe y goza....HERMOSOOOO!! Mil besos mi amada poeta.
ResponderEliminarAy Santiago, que saben los bosques calcinados de los incendios que originaron rescoldos que desapercibidos para todos pasaron, y mientras renuevas tu mente haz con ella maromas, por si acaso, besos y gracias!
ResponderEliminarDulce Olivia que mentirte sería tan absurdo como innecesario cuando ya sabes a estas altura del todo, el todo... pero pasas por aqui a tomar el te, en mi casa, y me siento libre... todo el amor que te llegue y te quepa!
ResponderEliminarDejo en el descampado ardiente mi sombra despejada, que te aplaude... y parto sobre tus letras a buscarme, sin más remedio que hacerlo para salvarla, pues un hombre sin su sombra no puede más que huir y dejar de caminar cuando acompaña el sol y conformarse apenas con hacerlo cuando llega la noche...Y vos, esclava, no dejes que tu piel ya vindicada, por el acto libertario de entregarse, vuelva sobre sus pasos a buscar su sombra bendecida por las ansias pues ya llegó la noche mi esmeralda, y debes descansar tu alma y tus beditos goznes que a tu cuerpo la atan...
ResponderEliminarEn la hora bella del descanso, bajo esa luz de la noche que hace a todos los gatos pardos y todo lo pardo hace brillante, en esa hora me libero de toda atadura, no sea que queden llagas luego incurables, como tanto recuerdo que hacen de treinta, sólo dos renglones los indispensables, gracias amor si traes la luna para ello o algún que otro grillete sumas...
ResponderEliminardónde a liberarla la llevo
ResponderEliminarsi no quiere mi corazón estar en otro lado
que allí mismo donde esté el tuyo
pues así me libro de su mandato
ya sea a puro flagelar latidos…
Esclava también soy yo de tus letras.
Gracias Otoño, de tus iniciales hago el vuelo más sentido de mi alma, voy contigo a cualquier lado, lo sabes.
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