Soñaba en la caverna que veía de veras,
como real suponía la sola sombra...
de la promesa en pared proyectada
bellas entre otras sombras de las que,
en rupestre trazo, quedó huella...
Salí de la cueva impelida
por puro amor, poesía...
sin más protección que la angustia
ni más escozor que el del miedo
de no saber como refulgía el día...
Y al exterior expuesta sin pena
esperando encontrar respuestas
hallé el Sol, cegador, inmenso, luz ardiente...
alcé mi mano para atraparlo con los dedos
y por su brillo prendada olvidé el origen...
Que salir fuera era necesario
para dar forma a la belleza negra
que proyectada en mis paredes
era siempre promesa eterna...
No miraré más al sol porque quema...
Usaré de su luz para mi estancia de piedra
me haré de su calor para el frío que aprieta
plantaré flores que a su luz me aromen
pero no lo miraré porque deslumbra
y ciega estos ojos de oscuras costumbres
...pero una vez vi al Dios Sol de frente...
Tu eres como ese Dios sol del que hablas: das calor, alumbras y haces que florezcan los más bellos aromas en el alma. Que poetisa tan grande eres.
ResponderEliminarOlvida pernoctar entre mi ausencia, de mis ojos cosecha no elucubres, que esta sensación de ser profetas sólo tu la discurres mientras echa su leche venturosa en mis pupilas y me causa este feliz derroche, unos meses después de que transcurra......pero una vez vi al Dios Sol de frente..Qué hermosura perenne Carmen....
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