(a J.I. Restrepo)
El inmigrante selenita que vivía asilado
entre mi gris y mi lado izquierdo
guardó con afán de buen cartero
dos mil cartas y once poemas
que no fueron nunca entregados
por esta atópica anacronía mía
pues con cierto el remite no había
cierto destinatario ni señas, acaso
sólo intuidos por la mágica pluma que escribía
desde su propio tiempo, el de nadie,
y como ocurriera un día con sus azules…
reconoció desde la luna el retornado,
allí mismo donde dieron mis ojos con tu apellido,
el claro destinatario de tanto escrito…
Como retirado que era el buen cartero
me dejó a cargo el fajo con un beso,
en semejante empresa desde entonces
de hacer la entrega de tanta letra
junto a cada una un pedazo…
sin haber muerto, resucito
sin buscar, encuentro y sin saber cómo
ni en qué momento ha sucedido
se unen destinatario y destino
como un mismo todo, con el mismo apellido,
mientras sonríen el cartero y la Luna
y yo… sonrío con ellos pues tardía pero con fortuna
sin acuse de recibo ni tasas pendientes
se hace la entrega debida y oportuna.
CARMEN SORIANO
Todos los derechos reservados
hoy si en mayúscula, como tránsfugas o galeotes condenados y felices de ir atados por las vísceras, gemelos tan dispares, siameses de las manos, ortigas olorosas y venenosamente omnipresentes pero no para nuestros paladares, ni para nuestras vidas terrenales, vos conmigo yo contigo, marca de gaseosa vencedora entre las lenguas atadas a las bocas que nos invitan a reinar y al mismo tiempo a ser súbditos del reino...
ResponderEliminarDe la única forma en que se obtienen créditos, con la fé que trasciende el tiempo, el espacio y las pieles, ya se amortizarán después con el esfuerzo... como hicieran las vestales hipotecando al cielo su yo más ingenuo... Convenios con el corazón firmados...
ResponderEliminarEs que estas cartas no precisan de remitente, que a su destinatario solitas llegan y con semejante apellido en ti si no!!Cartas perfumadas que se guardaran con lazos de seda en tu corazón,. lo sé mi Genio. Los quiero a ambos poetas divinos!El inspirador y la inspirada.
ResponderEliminarAy, Olivia, si soy doncel o apurado luchador en pos de la guirnalda, que sea la Reina la inspiradora de tan plena dicha, y vos y yo golosas estrellas de particular brillo y escenario, de cuya posición en el cielo nada sabe aun la Vía Láctea.........
ResponderEliminarTodo encuentra su destino... Y esas cartas llegaron al sitio donde pertenecian, al corazón de alguien que las va a saber apreciar como merecen.
ResponderEliminarAsí como dí contigo un día, en aquellarre como aquel... gracias siempre por haberme encontrado cuando ni yo lo hacía... siempre Mara.
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