miércoles, 23 de marzo de 2011

El asiento de tu boca



Como rebusca el perro en el saco
que sólo puede darle a tomar de restos
de tanto y todo que no quieren otros,
por la sola razón del hambre que puede…
y el instinto que en ese instante mal entendido
aparta de su vista el plato que lleva su nombre…
Como el llavero del sereno viejo
que le apremia con su tintineo para que acuda
sin gana, a abrir las puertas que otros cierran
sin más estímulo que el abrir mismo
porque así dice en su tarjeta que es sereno,
y no contiene el hierro que abre la puerta de su casa…
Como el soldado que se expone
a la muerte por fuego amigo
aún sabiendo que en esta forma se muere tontamente
sabe también que estando allí es como vive
mientras olvida el rostro de quien, en otra parte, lo espera
con algún retoño al que poner un nombre…
Así mismo le ocurre al alma
que no tiene más recurso
porque aprieta el hambre
y le fue dada una tarjeta,
cuando alguien le silba al perro
y acude aún sin de su saco saciarse
y descubre su lomo bajo la mano,
como cuando alguien invita al sereno
a tomar ese algo caliente
que temple su absurda noche,
igual que al soldado que le llega una foto…
Así mismo y solamente
es que sentada en esa boca
que de tanto como dice ya no es boca
es pulmón, es origen...
entiende el alma su nombre y a sus hijos reconoce,
abre las puertas mientras de su plato, felizmente, come…

CARMEN SORIANO
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4 comentarios:

  1. Sólo vale la pena aquello que hacemos por el simple hecho de querer hacerlo, sin nadie que nos lo imponga, sin etiquetas, ni tarjetas... aquello que sale del alma. Te quiero mi poeta. Millones de besos.

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  2. No deseo longanizas
    Que la moda dice, colesterol tiene
    Dame pan, y déjame ser libre
    Para que tener que agradecerte
    Mis dedos pringados
    Si sólo lloro en la distancia
    Mi ser querido
    Si así no fuera
    En verdad, qué poco quiero…
    Gracias Carmen…Un placer

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  3. Y así es Mara como libremente tomo cada cacho que de tu mano venga, así como si fuera necesario a trozos darme.., y tú sabes mejor que nadie, que siempre es así, a como sale... mil gracias tesoro.

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  4. Porque obligadamente Santiago, corre la dignidad de la libertad atada y a veces sólo cuesta algo de hambre, bajo precio para tan grande premio. Mil gracias por el honor repetido de en mi casa encontrarte, el placer es mío.

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