Querido recuerdo:
Puse tanto empeño en
olvidarte que hasta me olvidé de hacerlo y me has acompañado tantos años
por los avatares de tantos rumbos inciertos que es como si nunca te
hubieras ido, por más que nunca estuviste. Siempre fuiste una pregunta
sin respuesta, una espina clavada que ni con aceite salía, un
interrogante abierto ¿Qué pasó? planteándolo mejor... ¿Por qué no pasó?
Recuerdo aún vivamente tu atractiva oratoria, tu lógica aplastante y
aquella forma tuya de poseer las letras que me hacían admirarte entre
delirios de amor de juventud y tardes de biblioteca impuesta. Y como fue
siempre mi fantasía extrema me imaginaba yo tu musa y de ti hacía mi
motivo… así fue como viví aquellos días, ensoñando menesteres que no
eran, creyendo imposibles de unión de cuerpos y letras; pero nunca
fueron ciertos, y yo, como buena ingenua, te buscaba en edredones
ajenos, antesala a mis pecados, mientras observabas impasible como me
iba abriendo la puerta hacia el infierno. Pero era aquella resaca tan
intensa y adictiva que fue tu negativa, por única en mi vida, la
sobredosis definitiva, el golpe maestro, allí se enganchó mi alma por
siempre…se quedó la posibilidad en utopía. Y ha llovido tanto y tan
fuerte desde entonces, que apenas quedó rastro del origen, pero si el
interrogante como siempre ¿Cómo hubiera sido?
Y hoy, desde el otro lado
de la vida, ese que no deja espacio a tales sueños y que serena las
hormonas con facturas varias y ocupaciones de todo tipo, de casualidad
me encuentro contigo y me niegas como Pedro tres veces… y entonces me
sonrío y me respondo, por fin obtengo la respuesta, que yo sí era
musa... pero no eras tú poeta. No pudo el ego inseguro enfrentarse a la
musa que le reclamaba como hembra...
Con la
presente me despido por fin sacando aquella espina, si siempre te quise y
eso es cierto, hoy te quiero porque no fuiste e incluso te lo
agradezco. Sé bendito por siempre, bien querido y bien escrito.
Con amor ya procesado se depide: YO
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