El espacio de los insomnes

Existe un espacio silencioso y oscuro, un espacio entre el día que se acaba y el que está por comenzar, un espacio donde el tiempo transcurre con otra cadencia y los pensamientos se liberan de la prisa y el ruido, un espacio donde el respirar se vuelve consciente y puedes escuchar el latido de tu corazón. Es en este espacio tranquilo, mientras escuchas el rugir de tus tripas quejosas porque no te has tomado la leche caliente, cuando te oyes, te oyes y te ves de una forma imposible durante el día. Estás solo, en casa tus amados duermen, en la calle tus enemigos duermen, el trabajo se quedó esperando el despuntar del nuevo día y ni la tele ni la red tienen ya nada que ofrecerte, te has cansado de leer y has dejado el libro en la mesita junto a las gafas esperando la promesa de la próxima noche; entonces sólo quedas tú y el escándalo de tu cuerpo armando ruido para resarcirse de la forma en que lo ignoras durante el día. Sólo en este espacio puedes sentir cada porción de piel, cada pequeña tensión en tus músculos cansados, puedes sentir la sutileza con la que se mueve tu cabello cada vez que giras la cabeza, puedes sentir tu pulso en la muñecas y te haces consciente de cada parpadeo, entonces... en ese momento te das cuenta, ESTAS AHI, en ese espacio no hay nadie más que tú, nadie copa tu atención, nadie te reclama, nadie puede dañarte ni nadie va a sufrirte, sólo estás tú, tú lo eres todo en ese espacio, tú eres tu propia audiencia, tú eres juez y parte y también acusado. Entonces valoras ese espacio divino y te escuchas, y te juzgas y te perdonas por los errores cometidos durante el día pasado, te felicitas por los aciertos y te sumerges en esa experiencia de sentirte tan vivo y das gracias por ello y esperas con ansia el nuevo día, despertarte con el beso más dulce, envolverte del ruido y del bullicio, enloquecer con las prisas y el trabajo; porque al anochecer volveras a sentirte igual de vivol. Buenas noches insomnes ¡Disfrutad de vuestro espacio!