Trae el camarero la tercera copa.
Tal vez sea ésta la que le responda. Lleva allí sentada un par de horas, los
primeros diez minutos fueron una prueba, ahora ya no sabe muy bien que hace
allí de nuevo, pero se siente contenta, entraron muchos y se contuvo, tal vez
la terapia… o tal vez que volvió la voluntad, o tal vez que se marchó el hambre…No.
Lo sigue sintiendo como siempre y entre sorbo y sorbo aparece, como de costumbre,
con fiereza.
De la última sesión recuerda la
pregunta ¿qué buscas con ello? Ya se extinguieron los plazos y se esfumaron las
respuestas, no sabía lo que buscaba, algo era, algo demasiado ancho o demasiado
estrecho pero que la obligaba tantas veces a navegar de cama en cama, buscando…
y al final siempre la misma escarcha en la garganta… y la nada; hasta el
siguiente día y el siguiente amante, promesa vacía, pero promesa al fin al
cabo.
Levanta su cabeza de la copa vacía para
interpelar al camarero. La quiere de nuevo llena. A pesar de la poca luz de
aquel antro, cómplice suyo desde hacía tantos años, divisa el final de la barra,
está ocupado. Un hombre sólo también le hace preguntas a su copa, de buen porte
y muy pasados los cincuenta parece puesto allí para ella. Después de dos horas probando,
ya sabe que no hay arreglo, que eso que alguna vez se rompió en ella no espera...
Se acerca, sin nada que perder y una promesa, tal vez, de nuevo la promesa.
De camino al motel, aturdida por ese
olor a pino del coche que la lleva, se detiene, hace un alto en el camino del
ardor que la obliga… ¡No puedo seguir con esto, no es vida! y se reprocha en
silencio y se castiga, pero el fuego sigue dentro y la calla insertando en su
mente imágenes, sensaciones, colores, sabores…y recuerdos de aquellos días cuando
niña y de cómo la querían… deja de luchar y se rinde.
Hace años…
(han pasado demasiados) yo tuve una amiga, la mejor de todas, fuente inagotable
de risas e historias, cómplice y confidente de la adolescencia que no añoro,
belleza de piel morena y ojos negros, amazona yodada, anhelo de mi piel tersada
por la juventud y las ganas. Impulso vital de mis letras de entonces,
acompañaba mis cantos con sus memorias y yo guardaba sus lágrimas en el
terciopelo de mi pecho secreto. Hembra irrepetible y mujer admirable, ser
humano por derecho; muñeca rota a destiempo por la peor de las vilezas, esa que
vive en tu casa y te lleva al colegio por la mañana, se rehacía como podía
llevándome de muleta mientras llenaba mi espacio de sus sueños y fantasías. Era
torbellino y agua estancada, pero sabía a pimienta y clavo, a azafrán y a
ciruela y yo la adoraba cobarde sin saber cómo ayudarla, sin acompañarla… Transcurría
inexorable el tiempo y entre nosotras abría brechas de cordura mal entendida,
se hizo distancia la coherencia y la distancia abismo… yo a lo mío…vivir, ella
a su sexo y su ginebra… nos perdimos.
No hace
mucho supe que se rompió del todo un día de Febrero, la vieron por última vez, saliendo
con un hombre de su bar favorito, entonces seguía viva. No asistí al funeral
por imposición del respeto obligado en el momento, pero lloré haciendo el amor
esa noche como nunca he llorado y prometí contar un día la historia
inconfesable de la reina del sacrosanto centro, mi maestra, mi amiga ¡Va por ti
princesa!
Mantengo
guardadas Cecilia
junto a un
mechón de tu pelo
todas tus
lágrimas ocultas
y cada uno
de tus secretos.
Cada
caricia y cada beso
de los que
regalabas indiscreta
pero que a
mí me vendías
a cambio de
versos y rimas.
Y aún
vestida de musa tú
yo siempre
te vi desnuda,
ojalá
tuvieras tu respuesta
tras la
puerta esperando.
Hoy te dejo
mi elegía
tardía pero
sincera
que no te
olvidé nunca
ni dejé de
llevarte
donde se
lleva lo bueno…
en el
sacrosanto centro.
hasta en la tristeza de tus personajes...
ResponderEliminarNos aportas bienestar.
Gracias por ello... y no olvides que te necesitamos...
De nuevo corto... muy corto. Me dejas con hambre, me dejas sin un antes y un despues... ¿Ahora que hacemos?...
ResponderEliminarCómo planeta perdido sin sistema, ni sol en quien regir su atesorado movimiento, en este entorno voy, asolado y feliz a igual momento, con media voz cantada y llorada la otra media, de ti ignorando todo para del mar ir conociendo...de tu centro lacrado , amable y manifiesto, serenamente erguido aunque incompleto..
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