Porque fue la tormenta violenta
y quedaron rotos los huesos
y la piel se hizo lija…
y se deshicieron las manos;
ámame esta noche sin fiereza.
Dame forma de nuevo como tú sabes
pero muy despacio, suavecito.
No beses… roza si acaso mi nuca
y deja allí tu aliento entibiando.
No toques… ensortija si acaso tus dedos
en la parte más oculta de mi pelo.
No empujes… mece si acaso mi cuerpo
y hazme una cuna de amaranto.
No jadees… mejor si acaso escucha
como vuelve el aire a mi pecho.
No tengas prisa… mejor si acaso mira
como me vas reestructurando.
Y no esperas que diga o que haga
ni que venga o que me vaya… amor
que causó la tormenta estragos
y en este amarte suavecito
de cadáver a mujer sólo me hago.
Hazlo suavecito esta noche cariño
que te juro amor que mañana
serás bien recompensado
por esta que renace despacito
desde el centro a lo divino
y siempre de tu mano.
CARMEN SORIANO
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