De la noria imparable y el vértigo
no puede bajarme ni quiero,
me distingue y me supera
la pasión insana, ineludible,
que evapora la sangre y altera
del universo el equilibrio...
Y sólo tú que ya sabías
de mi anchura y mi defecto
puedes abrirme el pecho y retenerla
por momentos me adecentas
y me sujetas a la tierra...
y a empujones la liberas
cuando volar de nuevo quiere
que la magia tempranera
de repetirse, sola muere
Y sólo yo que ya sabía
de tu angosto recorrido
puedo abrirte y asomarte
al mundo genuino...
para que copies sus colores
y merezcas la bella esencia
y cuando de nuevo requieras
alejarte del absurdo, vente,
como siempre,
debajo de mi ombligo.
Somos el uno del otro,
el perfecto escondite...
Insoportablemente bello
ResponderEliminarEs lo mejor tener ese escondite perfecto, donde refugiarte y escaparte y volver a refugiarte... sin ninguna duda que si hay un paraiso, debe ser como ese escondite perfecto
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